8M: Una reflexión de Daniela Acosta Parsons

Hoy es un día muy triste para mí.

Me levanté con muchas ganas de llorar.

Hoy miles y miles de mujeres gritan en las calles y en sus casas que somos portadoras de humanidad, que merecemos vivir tranquilas y seguras. En vez de sentirme fortalecida y esperanzada me siento triste, profundamente triste. Este día me recuerda la traición, un dolor que me atraviesa el cuerpo, las relaciones destruidas, los que no me tendieron la mano cuándo pedí ayuda.

Si me culpo a mí misma por lo que pasó es un poco más fácil: no seré sino yo la fuente de mi sufrimiento. Fue la admiración que le tenía, fue culpa de mi confianza ciega, fue culpa de mi cuerpo detestable. Fui yo la traidora por denunciarlo, la rencorosa por pedir justicia. Si pienso esto, puedo castigarme, herirme y así proteger las relaciones que tenía en ese entonces.

Pero cuándo reconozco que fue el abusador quien me hirió, quien obró mal, entonces me enfrento a la traición de la persona en la que más confiaba. Me encaro a que las personas que sabían del abuso se negaron a ayudarme para defenderlo a él. Reconozco que la soledad me ha carcomido por años, que le temo a las personas de autoridad, aunque les admire, aunque quiera aprender de ellas.

Daniela Acosta Parsons,
Lápiz sobre papel
20 cm x 20 cm
2016.

Mi trabajo se trata de conectar con otros, de escuchar y de que me escuchen. De cuidar y de que me cuiden. Pero hoy no. Hoy estoy paralizada. Hoy tengo miedo. Hoy quiero llorar, pero no puedo. Si empiezo tal vez no pare. La inmovilidad se adueña de mis miembros. Si abro mi boca mi voz se quebrará. Se quebrará y será irreparable

Hoy se reconoce en la vía pública que lo que me hicieron no está bien, que no es mi culpa. Y esas miles pedirán justicia si un día ya no estoy. Tal vez es solo gracias a eso que puedo permitirme sentirme así, tan herida. Puedo reconocer lo que tuve que ocultar por mucho tiempo, porque si no era fuerte no podría seguir con vida, porque si no me convencía de que todo estaba en el pasado, hubiera decidido abandonar a toda costa, porque si no me convertía en algo más que el abuso, mi existencia se vería reducida al sufrimiento y la desesperación.

Gracias hermanas por decirme que merezco estar viva, decirme que merezco cuidado y escucha, por decirme que alguien llorará mi muerte y pedirá justicia si él vuelve por mí. Gracias por decirme que merezco habitar y amar mi cuerpo, que puedo permitirme volver a construir relaciones, volver a confiar en otros. Estuve sola por mucho tiempo. Aun mis piernas no tienen fuerza para caminar físicamente junto a ustedes. Mi voz todavía no puede cantar. Sin embargo, les prometo hermanas que podré hacerlo algún día. Hoy he dado un paso. Uno muy pequeño al reconocer y sentir de nuevo esa herida que no cierra. No sé bien cuál es el camino, pero seguiré andando, siguiendo el sonido de sus voces. Tal vez encuentre a otra que hacen lo mismo y podamos caminar, un poco desorientadas y temerosas, pero juntas.

Daniela Acosta Parsons,
Lápiz sobre papel
20 cm x 20 cm
2016.

“Don’t give up! I believe in you all. 

A person’s a person, no matter how small!

And you very small persons will not have to die

If you make yourselves heard! So come on, now, and TRY!” –Horton

Dr. Seuss,
Daniela Acosta Parsons,
Lápiz sobre papel
20 cm x 20 cm
2016.

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