Aprender a estar de pie. Fragmentación de la identidad en el cuerpo de la artista

Por Daniela Acosta Parsons

Deisy Wilchez es artista y docente universitaria, nace, vive y trabaja en Bogotá. Se graduó como artista de la ASAB, especialista en fotografía de la Universidad Nacional y de la maestría de Artes Plásticas, Electrónicas y del Tiempo de la Universidad de los Andes. Se ha especializado en fotografía e imagen en movimiento, directora de un semillero de investigación-creación por 8 años.

El trabajo de Wilchez investiga la construcción y deconstrucción de la identidad, el reconocimiento del cuerpo y la posibilidad de que el cambio resuene en sus redes más próximas. ¿Cómo el ser-cuerpo habita el mundo siendo consciente de ser construida con cánones y valores occidentales? ¿Cómo se lidia con la imposibilidad de transformarse, como si se chocara contra la pared de la propia identidad? ¿Cómo el proceso de creación guía al artista?
Como artista colombiana, ha sido atravesada por estructuras históricas que definen su país, ciudad y familia, así como las experiencias de su vida que le han permitido reconocer los valores y expectativas de esas estructuras. Wilchez nació y se crio en una familia profundamente religiosa, en un país atravesado por una guerra civil de larga data y un cambio social acelerado con los acuerdos de paz, los cambios sustanciales de la constitución de 1991 y la promesa de una sociedad más democrática y tolerante. Es en este contexto que Wilchez se pregunta cómo ha sido construida su identidad y cómo transformarla en sus cimientos. Quisiera ser otra, guiada por filosofías orientales, pero hay en ella pilares de esta sociedad que no pueden reemplazarse de repente. La artista se enfrenta entonces a una disonancia que hacía evidente la fragmentación de la percepción del mundo.

En su serie Aprender a estar de pie, Wichez aborda los estados de inquietud, fragmentación y meditación. Se trata de 16 fotografías que han sido intervenidas. Susan Sontag sugiere que tomar una fotografía, ver al otro como no puede verse a sí mismo, es dispararle, es poseerle de forma simbólica. En este sentido, la artista ejecuta este acto con su propio cuerpo. En su mano sostiene un disparador.  Quien es fotografiado es de alguna forma separado de sí mismo, del control sobre su representación. Esto alivia y permite que Wilchez se vea como otro para poder ver con curiosidad y extrañeza su propia experiencia.

Cuando dispara, Deisy se sabe observada, vigilándose, evaluándose, preparándose para otros como consecuencia de su socialización como mujer, así como sugiere John Berger al estudiar las imágenes de las mujeres en la tradición pictórica europea[i]. Aunque se estuviera en soledad, el cuerpo de la artista posaba automáticamente ante el ojo invisible de occidente y el ojo visible de la cámara. ¿Cómo liberar el cuerpo y la mente? Estuvo parada por tantas horas que su cuerpo finalmente se rindió al cansancio y dejo de posar para empezar a ser solo lo que es. De las cientos de fotografías que tomó a lo largo de su performance, la artista eligió 16 de ellas, las que hacían retratos de los más sinceros.
Las intervenciones en las fotos tratan de que el cuerpo-mente y sus pilares dejan de estar disgregados y juntar los pedazos que debían ser uno. Saber lo que se es y enfrentar y cuestionar lo identitario es doloroso e incómodo. En este caso, Wilchez aprende a través del cuerpo, siendo el cuerpo y modificando un cuerpo en la fotografía. Perder dominio sobre sí mismo, sobre el cuerpo y la representación pueden ser aplastante. Sin embargo, verse con cierta distancia y que no soy completamente yo, pero soy inevitablemente, yo puede ser liberador al permitirnos vernos en perspectiva.

La obra de Wilchez reconoce su identidad individual atada a las categorías de mujer, occidental, tercermundista, espiritual, artista. Se pregunta por la invisibilidad de las estructuras que le moldearon y su alcance limitador al cambio individual y social. En la obra, la artista medita, se captura a sí misma y manipula la imagen desde el poder del creador, de un tercer ojo. En el proceso, se comprende algo y, tal vez, se alcanza algo de libertad. Aun así, el enigma no se resuelve ¿Es posible la liberación? ¿Es la liberación del individuo un reflejo de los valores más profundos de occidente? ¿Cómo es posible jugar el juego del deber-ser y cambiar los cimientos que nos atan al mismo tiempo?


[i] Berger plantea que Nude es un género de la pintura en el que se representa a la mujer como objeto de posesión y deseo. Nakedness es ser lo que se es, ya sea con ropa o sin ella. Por la amplia tradición de objetivización de lo femenino, pareciera que las mujeres no pueden estar realmente desnudas, ni siquiera en su propia piel. Es un disfraz del que no se pueden deshacer.


Bibliografía:

Sontag, S. (2004). Ante el dolor de los demás. Santillana Ediciones.

Berger, J. (1972).  Ways of Seeing , Episode 2. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=m1GI8mNU5Sg&ab_channel=tw19751

 

×