Hilma Klint y Janet Sobel: dos pioneras de la abstracción antes de Kandinsky y Pollock.

“Nacer mujer ha sido nacer para ser mantenida por los hombres dentro de un espacio limitado y previamente asignado. La presencia social de la mujer se ha desarrollado como resultado de su ingenio para vivir sometida a esa tutela y dentro de tan limitado espacio”.

John Berger, Modos de ver.

Probablemente, no sea tan exacto el predicamento que afirma que la mujer no ha participado activamente en el mundo del arte. Para ser francos, sí que lo ha hecho, otra cosa es de qué forma ha sido activa su participación. Por una parte, decir que ha sido un musa, parece un cliché “historicofeminista” (sic), pero nos guste o no, es el lugar más visible que le han concedido. En segundo lugar, las mujeres ha sabido ser las artífices de muchos genios, sea porque los nombres masculinos hayan usurpado con el más descarado cinismo y frente a los ojos del medio artístico, a las artistas mujeres como en el caso de Margaret Keane, la pintora de los “ojos grandes”, o sea porque a los hombres se les hace muy fácil “inspirarse” en las obras de mujeres que saben, por prejuicios culturales, no podrán triunfar en el arte y tomar su trabajo, es muy fácil. Lo cierto es que, las mujeres han contribuido a la creación de la gran mayoría de los nombrados “genios” de la historia del arte “oficial”, nos guste o no, y ni siquiera hablaremos aquí del caso del famoso urinario de Marcel Duchamp.

Hilma af Klint

Nacida en 1862, Hilma af Klint ha reclamado frente a la historia del arte, su título como la “Pionera del arte abstracto”; un título que había sido dado a Wassily Kandinsky o Piet Mondrian. Cuando Kandinsky escribió a su galerista neoyorquino Jerome Neumann en diciembre de 1935, estaba muy interesado en asegurarle de que había pintado su primer cuadro abstracto en 1910: De hecho, es el primer cuadro abstracto del mundo, porque en ese entonces ni un solo pintor pintaba en un estilo abstracto. “Es una pintura histórica”, escribió Kandinsky y lo dejo mucho más claro en su texto De lo espiritual en el arte en 10911. Sin embargo, lo que el artista estaba olvidando, era que Hilma Klint había creado su primer cuadro abstracto en su estudio en 1906, cinco años antes.
¿Conoció Kandinsky a nuestra artista?
Hay una anécdota que cuenta que, en 1910, Klint envió a un amigo suyo (un reconocido psicoanalista), una pequeña postal que ella misma había pintado, y este se la enseñó a un amigo suyo que también era pintor, su buen amigo Wassily Kandisnky…

Acuarela abstracta, de Wassily Kandinsky, considerada la primera obra abstacta de la historia, 1910-11

Se dice que en 1905 Hilma Klint escuchó que había una voz que le había dado el siguiente mensaje: “Tú debes proclamar una nueva filosofía de vida y tú mismo debes ser parte del nuevo reino. Tus trabajos darán fruto”. Hilma formó junto con cuatro amigas el grupo De Fem (Las cinco), donde realizó sesiones espiritistas de las que derivaban bocetos e instrucciones para sus pinturas. A partir de estos, Af Klint se embarcó en componer una obra abstracta, simbólica y compleja que buscaba representar el orden del cosmos, y ciertas nociones de vida que van más allá de la materia y el plano físico. La obra monumental que Af Klint comenzó en 1906 se considera ahora la primera manifestación de la abstracción. En el año 2013 cuando de Moderna Museet de Estocolmo le realizó una exposición monográfica, fue cuando pudimos conocer la amplitud y la brillantez de su obra.

El Cisne, n. 17, de Hilma af Klint, 1915. Foto de Moderna Museet.

En 1944 (mismo año en el que fallecieron Kandinsky, Mondrian y Munch), Hilma Klint dejó escrito en su testamento que no se mostraran sus obras hasta cuarenta años después de su muerte, pues el mundo en ese momento estaría un poco más “preparado para entenderlas” y probablemente tuvo razón. Klin se consideró una médium y un canal entre los mundos de la materia y los mundos que están “más allá de lo que se podía ver con los ojos”, como ella misma expresó.  Vale la pena destacar además, que la relación de muchos artistas abstractos con la doctrina de la teosofía y el mundo espiritual, se había manifestado incluso desde épocas tan tempranas como 1861, en el caso de la artista Georgiana Houghton .

Janet Sobel

En 1938, una abuela, la extraordinaria pintora Janet Sobel (1893-1968), creó uno de los mayores impactos del arte, pero este ha sido atribuido al pintor estadounidense Jackson Pollock. Nacida como Jennie Lechovsky en un pueblo judío en el este de Ucrania en 1893, Sobel escapó de la violencia de los pogromos antisemitas (en los que mataron a su padre) y llegó a Nueva York con su madre y tres hermanos en 1908, cuando tenía 15 años. Se dice que fue cuando su hijo Sol de 19 años, frustrado con su propio desarrollo artístico, entregó sus suministros de pintura a su madre a fines de la década de 1930, y con ellos, aquella ama de casa comenzó a experimentar con la creación de sus pinturas. “Sobel comenzó a jugar con lo que una pintura puede decir y cómo puede decirlo. Usando implementos no convencionales como cuentagotas de vidrio para rociar pintura y la fuerte succión de una aspiradora para arrastrar salpicaduras húmedas en delgadas telarañas que ningún cepillo tradicional podría hacer girar. El resultado fueron obras como Milky Way , 1945, una sinfonía silenciosa de delicadas espirales de esmalte y salpicaduras crecientes que Sobel creó dos años antes de que Pollock arrojara su primera espiral de pintura o comenzara a producir sus propias sonatas cósmicas incipientes como Galaxy .(1947)”.

Janet Sobel, 
Vía Láctea , 1945, Museo Metropolitano de Arte, Nueva York, NY, EE. UU. 
Detalle.
Galaxy de Jackson Pollock (1947) revela la influencia de Sobel (Crédito: Joslyn Art Museum, Omaha, Nebraska/DACS)

Así, la técnica artística de Janet Sobel se conoció más tarde como Dripping, o “pintura por goteo” cuando fue adoptada por el célebre Jackson Pollock quien visitó su taller y no dudó en reconocer que había quedado desconcertado y asombrado . Milky Way es un excelente ejemplo del «dripping» de Sobel y enseña la rápida ejecución de movimientos y dinamismo, mientras varios colores de pintura se salpican y gotean alrededor de la superficie del lienzo creando una composición caótica y a la vez hermosa. Lamentablemente, fue justo el crítico de arte Clement Greemberg quien aun reconociendo la extraordinaria pintura de Sobel, no dudó en escribir que su trabajo era “puramente primitivo” y el de una “ama de casa doméstica”, prefiriendo enaltecer, como ya hemos visto, el trabajo de Pollock. Sin embargo, fue justo otra mujer, Peggy Guggenheim, quien sacaría a la luz su trabajo, incluyéndolo en su galería como parte de su colección.

Una interesante anécdota es que, cuando le preguntaban a Jackson Pollock cuáles eran sus influencias, y este respondía que el El Greco, o que Picasso… y sobre todo, una señora a la que había visto pintar años antes haciendo goteo… Aparecía Clement Greenberg con un vaso de whisky en la mano:
—No, Jackson… El dripping lo inventaste tú ¿no te acuerdas…?”

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