A lo largo de la historia, las mujeres artistas han sido objeto de diversos grados de atención crítica y negligencia por parte del gremio artístico. Desde mediados del siglo XX, han sido objeto de la burla absoluta y han sido excluidas de los principales textos de historia del arte. Como ejemplo de esto, no aparece una sola mujer en el libro La Historia del Arte de Gombrich, una especie de “Biblia” para los interesados en el arte; y no fue hasta su edición más reciente que se incluyó a la dibujante, grabadora y artista Käthe Kollwitz.
Muchas mujeres artistas, especialmente las que pertenecían a familias de artistas, recibieron formación y reconocimiento en el Renacimiento, aunque la pintora Artemisia Gentileschi fue la primera en recibir un reconocimiento notable en vida al ingresar en la Academia Italiana en 1616. La Academia Francesa, una de las instituciones artísticas más influyentes y elitistas de Europa, limitaba la membresía femenina a cuatro artistas, una práctica cuyo fin solicitó con éxito en 1790 la pintora rococó Adélaïde Labille-Guiard, contemporánea de la retratista preferida de María Antonieta, Louise Élisabeth Vigée Le Brun. La neoclasicista de origen suizo Angelica Kauffmann fue miembro fundador de la Real Academia Británica en 1768, aunque ninguna otra mujer fue elegida hasta 1922.
En 1919, las academias de arte no recibían habitualmente mujeres y la Bauhaus se promocionaba como una institución “visionaria” abriendo las puertas a ellas: “¿Estás buscando la verdadera igualdad como mujer estudiante?”, decían los folletos. Esto atrajo a estudiantes femeninas y en el primer curso se matricularon 84 mujeres y 79 hombres. Los profesores (todos varones) se sintieron intimidados y hasta molestos, dado que no deseaban que la escuela se convirtiera en “un espacio para las artesanías femeninas”, sino que necesitaban ser reconocidos como una escuela “respetable” de arquitectura. Su fundador, Walter Gropius, en una circular del consejo de maestros (15-3-1921), expresó: “Es necesaria una estricta selección, sobre todo en cuanto al número demasiado elevado del sexo femenino […]. No debemos hacer experimentos innecesarios”.
Sin lugar a duda, ha existido y sigue existiendo una doble moral y una doble cara para evaluar la producción de las mujeres. La experiencia femenina es considerada inferior o más limitada que la masculina. Y esto, nosotras y nuestras colegas lo sabemos por experiencia. Los trabajos artesanales y la construcción de objetos para la vida cotidiana, como los tejidos, la alfarería, y la cerámica realizada históricamente por mujeres, son considerados menores, al lado de las mismas producciones hechas por hombres. Así lo señaló la diseñadora textil Anni Albers: “Me he encontrado con que si un trabajo está hecho con hilo se considera artesanía y si se hace sobre papel se considera arte”. Esto significa que claramente el prestigio y el precio de una obra se modifican de acuerdo al material y al sexo que tiene quien realice la obra; y aunque muchos “eruditos” o aficionados que compran obras se rasguen las vestiduras sobre esta premisa, lo cierto es que hasta las galeristas mujeres prefieren apoyar en mayor medida el trabajo de los artistas hombres.
Una galería en Medellín representa 18 artistas, 5 son mujeres.
Otra galería en Medellín representa 20 artistas, 5 son mujeres.
Otra galería en Medellín representa 35 artistas, 2 son mujeres.
Otra galería en Bogotá representa 18 artistas, 6 son mujeres.
Otra galería en Bogotá representa 38 artistas, 7 son mujeres.
Otra galería en Bogotá representa 24 artistas, 6 son mujeres.
Si hacemos solo un promedio con estos lamentables valores que incumben a 6 de las galerías más importantes del país, solo el 22.54% de las mujeres artistas son representadas por galerías en Colombia en la actualidad.
La mediocridad en el arte difícilmente es permitida en las mujeres, que, para sobresalir de manera significativa, deben ser superiores en trabajo y carácter, para soportar los sesgos de un sistema aún patriarcal y misógino. Esta misoginia la esconden tras chistes baratos, asumir que es casi un delito considerarse ella, porque hay que considerarse elle… y gestos pasivo-agresivos de los que estamos verdaderamente cansadas. Mientras que más de un 50% del arte actual medianamente relevante, es decir, “mediocremente relevante”, es realizado por hombres que fácilmente son visibilizados, expuestos y comprados por el mercado.
Korai Art nace con la mira puesta en todas estas visiones, versiones, falacias, y debates. Y continuamos viendo “con los ojos rojos” como el libro de Susana Carro, la hipocresía y la falta de apoyo real que hay sobre las artistas mujeres y frente al tema que, a muchos y muchas, además, se les hace tan escabroso. La presencia de las mujeres en el mercado del arte.
Agradecemos que las instituciones hagan exposiciones exclusivas de mujeres artista, intentando saldar esa deuda tremenda que sí tiene la historia, pero más importante aún, es que esto no se quede en “modas efímeras”, que, como nos expresó sin reparo un hombre del medio artístico en la inauguración de nuestro proyecto: “las mujeres están de moda, al igual que los indígenas y los negros en el arte”; mientras que otro artista masculino, también sin reparo, señalaba la obra de otro hombre, en una exposición de venta de obra de mujeres artistas, a la par que decía sin problema: “yo compraría mejor este cuadro”.
Históricamente, las mujeres han seguido luchando por su reconocimiento en las esferas del arte moderno y contemporáneo hasta el punto de que el colectivo feminista Guerilla Girls preguntó en 1989: “¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en el Museo Metropolitano?” ¿Tenemos que ser hombres para que haya un verdadero apoyo por parte del mercado del arte?, es siempre nuestra pregunta desde Korai Art.
Y por lo demás, no es que estamos “segregando a las mujeres” como bien otra mujer se atrevió a decir sobre una exposición de mujeres artistas, cuando ella misma ha sido testigo de lo que pasa con este fenómeno en el arte. Es que ya la historia nos ha segregado por años, y cuando lo denunciamos, algunos bajan la cabeza, otros se esconden y otros voltean la mirada. Es por esto por lo que en Korai Art continuamos de pie en el arte, apoyando a las mujeres artistas que quieran hacer parte directa o indirectamente de esta gran hazaña. Cuestionar al sistema y al mercado.
Vienen aires de cambio para nuestro proyecto después de tres años, pero de una cosa estamos seguras, seguiremos siendo rebeldes, seguiremos mostrando caminos que luego son replicados, seguiremos mostrando el trabajo de artistas que luego son tomadas por galerías de renombre cuando las vieron en korai Art, pues ese es nuestro propósito: visibilizar, mostrar y apoyar.
Seguiremos siendo “Mujeres de pie en el arte”. Seguiremos siendo Korai Art.